De parras grandes y longevas se cubrían los patios de las tabernas antiguas, una de ellas fue Casa Palop, su clientela era variopinta y se mezclaban bajo su parra y alrededor de los veladores de hierro de tapa blanca, agricultores, comerciantes, y jóvenes señoritos lampantes. Estos últimos pasaban sus largas veladas sentados en las sillas de hierro con un vaso de champán, bebida muy popular en esta taberna. Este nombre se aplicaba a un combinado de vino blanco con gaseosa. O sea, champán de pueblo. Ahora muchos años después y pensando que han descubierto una nueva pócima, los pijos llaman a esto "rebujito".
A pesar de haber proliferado de manera espectacular las casas en el campo o chaletes, sus moradores por comodidad, o porque una parra no se cría en un verano han ido dejando de plantar la genuina parra. En su lugar se están poniendo toldos de lona de llamativos colores. Que dañan las retinas mas sensibles e hieren el paisaje. Nada que ver con las tradicionales casas de campo que aún conservan y cuidan sus frondosas parras para orgullo de nuestra cultura.
4 comentarios :
Totalmente de acuedo, ahora es todo tan artificial , tan insustancial.
Estas cosas , tan artificiales, desaniman bastante.
Será así y no debería ser así.
A lo mejor me estoy haciendo mayor sin darme cuenta.
Buen post.
Tienes razón sea vuelto todo muy artificial, muy de plástico de todo a 100, o de Ikea.
Por suerte, en Argentina y en el pequeño pueblo donde vivo yo, las parras siguen creciendo en muchas casas y me queda el recuerdo de mi abuela recogiendo uvas o mi abuelo juntando naranjas del arbol, por suerte en mi ciudad estos pequeños detalles siguen vivos.
Por favor visita mi blog, y espero que con tu experiencia me dejes una opinion
Es importante que los pueblos no pierdan sus señas de identidad. Me alegro por ti y por tu pueblo que se me antojo que tiene que ser bonito. Igualmente, gracias por compartir con nosotros tus bonitos recuerdos.
En el post "Quienes Somos", hay un vídeo de mí pueblo por si queréis conocerlo.
Un saludo.
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