Se trataba de un pequeño local enclavado en la entrada del Paseo de las Mercedes (Montilla), disponía de un almacén subterráneo justo de bajo y la construcción del bar estaba formada por paneles de cristaleras que se asemejaba a una vitrina. La visión de estar en su interior producía la sensación de estar dentro de una incubadora. Eso si, donde el primer biberón mañanero de sus parroquianos se componía de un par de copas de aguardiente del coloraillo para entonar el cuerpo. Este pequeño bar era de los mas madrugadores en los amaneceres montillanos y tenía por costumbre abrir a las 5 de la mañana. Sus primeros clientes se componían de gente insomne y de los primeros trabajadores que se dirigían a faenar en las labores agrícolas.
Tenía su clientela habitual y a pesar de lo reducido del local el trasiego de gente no paraba durante el día. Tuvo momento buenos y menos acertados por los varios traspasos que tuvo. Aunque hay que recordar que la propiedad siempre fue municipal. Disponía de una amplia terraza muy concurrida en verano, entre otras razones por el sitio tan bien situado que tenía a la entrada del parque, y donde se podían tomar en temporada los solicitados caracoles que tanto gustan por esta tierra.
1 comentario :
Bonitas fotografias para el recuerdo de los montillanos mas mayores
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