Desde mi mas tierna infancia las
verduras y hortalizas han estado siempre presentes en mi dieta, desde aquellos tiempos en los que mi madre nos alimentaba haciéndonos las papillas a base de verduras mucho antes de que se inventaran los
tarros de potitos. Después del tiempo transcurrido aún conservo el gusto por las verduras de las que sigo disfrutando pero ya preparadas en revueltos, salteados y esparragados...
Se puede decir que desde la antigüedad las verduras y hortalizas forman parte importante de nuestra dieta, la
llamada Dieta Mediterránea, que ha significado fuente de salud porque desde siempre nos hemos alimentado aprovechando la riqueza de productos que ofrece esta tierra. Los romanos que tenían fama de ser un pueblo de buena cultura gastronómica y también eran sobradamente conocidos por sus excesos de toda índole, tenían en Andalucía la despensa de Roma en tiempos de Julio César.
Las verduras, hortalizas, frutas, cereales, legumbres, pescado, sin abusar de la carne, junto con el aceite de oliva, han estado siempre presentes en nuestros hábitos alimentarios, unido a nuestra ancestral cultura vinícola, porque el vino con moderación entre otras buenas cualidades facilita la digestión.
Las costumbres cambian por desgracia, y eso lleva aparejado una serie de problemas como consecuencia de una mala alimentación: obesidad, enfermedades cardiovasculares y el colesterol que se ha convertido en una enfermedad común entre la población. Nos hemos dejado influenciar por otras culturas y no queda mas remedio que volver a los guisos de legumbres, y a las verduras, desechando en lo posible el fast food o comida rápida, que yo definiría como comida basura de clara influencia y características anglosajonas, como son las hamburguesas, salchichas y patatas fritas, todo esto aderezado de diversas salsas como: mayonesa, mostaza, ketchup, con sus correspondientes aditivos añadidos, como conservantes, colorantes, antiapelmazantes, estabilizantes, etc. Con esto se consigue potenciar el sabor y estimular el apetito, con el tiempo, alteran la percepción del sentido del gusto y crean hábito.
Hay que evitar el consumo continuado de este tipo de alimentos, porque la población mas joven tiende a incluir este tipo de productos como base de su dieta, sin sospechar las deficiencias nutricionales que esto acarrea. Los altos contenidos en grasas saturadas de estos productos, también en la bollería, precocinados, etc. son causantes de los
elevados índices de colesterol.
Esta es una de la razones de peso, y nunca mejor dicho, para continuar consumiendo alimentos frescos -como antes nos enseñaron nuestros mayores-. Y que son tan importantes en nuestra pirámide alimenticia.